Pánico y Palomitas: Música de Cámara

¡¡¡¡DESCÚBRALO USTED MISMO!!!!

Música de Cámara

Published Saturday, August 14, 2004 by baxter | E-mail this post

Bernard conoció a Claudia ese día en un café de la colonia Roma. Platicaron de sus expectativas, de sus gustos y sus pasiones. Algo había detonado dentro de ellos. Él estaba en la ciudad sólo por unos días, en un viaje de trabajo. Ella capturaba textos para una agencia de noticias. Ambos tenían una debilidad por Johannes Brahms. Él como violonchelista, ella como una mujer sensible, con el alma cicatrizada. Esa noche era la última de Bernard en la contaminada ciudad, justo después del concierto viajaría a Londres para reunirse con su mujer y sus hijos.

La vida de un músico es dura. Bernard no era la exepción. Siempre se sintió opacado por la grandeza de los compositores que él interpretaba. Viajaba miles de kilómetros para interpretar piezas que le eran ajenas y a la vez que le hacían ser lo que era. Esa era la inevitable dualidad encontrada que le perseguía día con día. Él tenía talento, no sólo como instrumentista, sino también como compositor.

III.

Claudia apagó el cigarrillo. Bernard pagó la cuenta. La cita era por la noche, en un salón del WTC. Claudia se dirigió a su automóvil. Bernard pidió un taxi para que lo llevara a su hotel, donde se encontraría al resto de sus compañeros. Claudia no tardó en prender de nuevo su teléfono para contarle lo ocurrido a Martha, su mejor amiga. Bernard debía limar las asperezas que salieron la noche anterior con el resto del cuarteto.

Nunca se perdonó el hecho de haber rechazado esa oportunidad. Ahora era una más, una nómina más. Un nombre intrascendente. Claudia tuvo esa oportunidad de hacer lo que siempre quiso y la dejó. Christian la había absorbido, no podía pensar en un futuro sin él. Ahora se encontraba sola, infeliz, asalariada.

Un auditorio semilleno. Salieron los músicos, se prepararon y mientras el público esperaba, el auditorio comenzó a sacudirse. No era un sismo, nadie se explicaba ese caos súbito y casi instantáneo. Después de la evacuación todo regresó a la normalidad. Los músicos regresaron a su sitio y comenzaron a tocar Las Siete Últimas Palabras de Cristo en la Cruz. Las notas fluyeron sin contratiempos. Ese súbito temblor se olvidaba poco a poco mientras todos los que estabamos ahí presentes quedábamos absortos. Durante el tercer movimiento una mujer se levantó. Comenzó a gritar frases en latín mientras el auditorio se sacudía de nuevo, ahora con más fuerza que nunca. La mujer cayó inerte al piso. El violonchelista se levantó llorando a auxiliarla. Llamaron a las ambulancias y a la policía... Nunca supe qué pasó después.