Published Sunday, August 12, 2007 by baxter.
Mi barriga cruje y es despiadada. Los decibeles alcanzados por dicho movimiento son inimaginables. El eco del páncreas puede ser escuchado en un radio de dos delegaciones. (Únicamente si se pone mucha atención.) Una atemorizante melodía se repite una y otra vez, mientras la sinfónica de jugos gástricos aun tiene un último suspiro para seguir interpretando. Y cuando el viaje sencillo y con escalas (boca-tráquea-estómago-higado-intestinos-bazo) es saboteado por el terrorismo, y la sonrisa se convierte en una necesidad, el eco rebota de nuevo hasta mis oídos.
Que ya no son castos.
Desgastados.
Aburridos y abrumados.
Un nuevo alimento debe descomponerse. Para engendrar nuevas melodías. Todas ellas tristes.
Todas infinitamente fascinantes.
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