Se le llama enfermo al adicto, y adicto al que no está de acuerdo con ser un enfermo.
Las horas cabalgan l e n t a m e n t e
Y las estrellas en el cinescopio se difuminan, agradeciendo a la sustancia activa.
Los dolores aumentan, los males parecen ser guardaespaldas inevitables,
Como si mantuviera en el cerebro un secreto impostergable.
La culpa,
La bendición de un domingo por la noche, mientras las estrellas en el cinescopio, difuminadas, inexplicables, siguen su curso como una obligación.
Un momento de claridad en medio del mar de lágrimas.
Y las pastillas le adornan, como flora y fauna que inexplicablemente me enferman y me crean adicción.
Ese cuadro en la pared.
La inmóvil pegatina en un espejo que se niega a dar un rostro verdadero.
En un cajón tan a la mano, que podría ser considerada una amenaza pública, todas se aglomeran y mantienen su estatus de salvavidas.
Enfermas. Adictas.
Labels: adicción, domingo por la noche, enfermedad, pastillas
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