(I)
El televisor seguía sin captar frecuencia alguna, él sentado en la cama del hotel esperaba.
¿Qué esperaba? El ruido blanco iba a estar ahí durante mucho tiempo, el servicio que había ordenado hacía unos cinco minutos tardaba aproximadamente treinta en llegar. Las respuestas a sus preguntas jamás llegarían por arte de magia.
Esperaba algo, algo fantástico, irrepetible, intangible.
(II)
Las manecillas del reloj trepidaban cadenciosamente, el agua alcanzaba su trágico curso recorriendo el lavamanos. Las llaves estaban postradas estratégicamente en la mesa de noche que sostenía la vela. La alcoba era una pieza estética perfecta. El momento era irrepetible, las siluetas se dibujaban cruelmente a través de la ventana. Había un tercero incómodo en el balcón.
(III)
Las bocinas escupían con trabajos la música shoegazer que habían acordado escuchar. Él prendió el cigarrillo con la vela, ella hurtaba bocanadas de vez en vez. Era un cigarro cubano.
(IV)
- ¿Escuchaste eso?
- No. Tranquilo, siempre te pones paranoico.
- Estoy seguro de haber escuchado algo. Es muy tarde, no puede haber gente allá afuera.
- Fue el viento.
- El viento no mueve objetos pesados.
- Entonces un fue un animal... Tranquilízate por favor. Me pones nerviosa.
(V)
Mientras despertaba en la tina que goteaba una mezcla heterogénea de sangre y agua, esa idea llegó milagrosamente. Esperaba esto, esto y nada más que esto. Una imagen similar a la que él protagonizaba había rondado por las cavernas de sus sueños. Estaban ahí todos los elementos. Llegó a la cúspide de la autorrealización.
(VI)
* Una tina de baño.
* Una navaja para afeitar ensangrentada.
* Un espejo empañado
* Una hermosa mujer descuartizada dentro de la tina.
(VII)
Era algo fantástico, irrepetible e intangible.