Mauro vivía en la colonia Nativitas. Su trabajo no era mas que pararse en Tlalpan y Romero de 4 a 10 de la noche y esperar a que algún degenerado quisiera hacer con su cuerpo lo que quisiera. Mauro vestía con tacones altos, una entallada blusa con relleno en las tetas, pantalones blancos y liguero de nylon por debajo. Ese día, el día en el que Mauro quiso vestir diferente, llegó un cliente habitual. Le despedazó la cara por no vestirse como todos los días. Mauro tuvo que regresar a su vestimenta habitual sólo que ahora, con un poco más de maquillaje.
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