... hablando de filosofía y otros fantasmas. Se encontraron entonces en ese paisaje idílico, en ese espacio donde todo estaba en su lugar y cualquier objeto crecía dentro de una simétrica estética. En un cuadro blanco y negro estaba ahí ella, sin hablar. Sonreía con la dulzura de una niña encantada, con el porte rígido y ojos retadores. Se volteó, dejó todo lo que había a su alrededor y se dirigió a ella sin saber lo que le esperaba. Caminó... tres, tal vez cuatro pasos. Ella pronunció dos palabras y se retiró sonriendo. Pensó que tal vez...
me gusta...me alegra...salu2